Así ha calificado Prieto a esta producción de escaso presupuesto basada en la experiencia de dos parejas que pasan un fin de semana en el campo, en el valle de Azpitia, al sur de Lima. Por una parte, Toshiro y Helena, casados y con hijas. Por otra parte, Felipe e Iris, dos jóvenes solteros que viven juntos. Quieren escapar de la rutina y la cotidianidad de la gran ciudad, así que deciden alojarse en una finca que regentan Sol y Miguel, caracterizados como dos hippies.
Lo que parece un fin de semana de desconexión y disfrute entre amigos, termina por convertirse en unas jornadas de convivencia convulsa marcada por los conflictos y las discusiones. Las parejas entran en crisis amorosa debido a una propuesta que nadie espera y los deseos personales contenidos. Aunque a todos se les pasa por la cabeza que tienen que abortar este extraño plan de ocio, finalmente intentarán enfrentarse a los problemas e intentan buscar una solución de cara al futuro.
El rodaje se realizó en tan solo ocho días. Esta particularidad forma parte de la esencia de la película que decidieron poner en marcha el grupo de amigos que componen mayoritariamente el equipo de trabajo. El reparto cuenta con los actores Núria Frigola, Miki Vargas, Máfer Gutiérrez, Nooei Kanashiro, Mariana Palau, Feffo Neyra y Pold Gastelo. La idea original nació al revés, es decir, lo primero fueron los personajes y después el guion, han aclarado Prieto y Nuria Frigola, una de sus protagonistas.
La disposición de la cámara adquiere un papel clave a lo largo de las secuencias para que el espectador sienta que se cuela en cada una de las escenas. De esta forma el público no solo observa, sino que también participa de forma privilegiada como si fuera un amigo más de los protagonistas, ha puntualizado.
Por otra parte, aunque el guión está escrito por el director y una de las actrices Mafer Gutiérrez, ha contado con un alto grado de improvisación. También han aclarado que el rodaje no tuvo un orden cronológico y que se esforzaron mucho en trabajar la naturalidad y la espontaneidad a pesar de tener la cámara tan cerca. Dicha espontaneidad provocaba que las conversaciones se cruzaran y que surgieran muchas interrupciones, por lo que también ha resaltado el complicado trabajo del equipo de sonido.
Frigola ha advertido que existía una escaleta, pero que los actores la desconocían para que fluyera la improvisación, una técnica teatral que también evidencia la naturaleza actoral de este reparto, muy marcados por su experiencia en el teatro. La improvisación implicaba cierto riesgo, pero su director ha asegurado que estaba completamente tranquilo, aunque pueda entenderse como una actitud irresponsable. Él quería exhibir especialmente la frescura propia del documental, pero con una historia de ficción. Ha valorado que cree haber encontrado el punto intermedio, por lo que también se ha mostrado muy satisfecho con este trabajo.
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